EL SECRETO
Había una vez, entre la majestuosa Sierra de la Culebra y La Carballeda, una loba llamada Venus. Ella no era una loba común, pues había dejado su vida como diosa para estar junto a su amado Lobo, un lobo apuesto y valiente. Venus y Lobo vivían felices en su hogar entre los pinos y los ríos cristalinos, disfrutando de su amor y de la naturaleza que los rodeaba.
Un día, un niño llamado Lucas, que era muy tímido y le costaba hacer amigos, se aventuró en la sierra. Se había perdido mientras exploraba el bosque y, sintiéndose asustado y solo, se sentó a llorar junto a un gran árbol.
Venus y Lobo, que paseaban cerca, escucharon los sollozos de Lucas y decidieron acercarse. Con movimientos suaves para no asustarlo, Venus se sentó a su lado y le habló con una voz dulce y tranquilizadora.
—No tengas miedo, pequeño. Somos tus amigos y te ayudaremos.
Al principio, Lucas estaba asombrado y un poco temeroso de ver a dos lobos tan cerca, pero pronto sintió la calidez y bondad en sus ojos. Venus y Lobo lo llevaron a un claro del bosque donde se sentaron a conversar. Lucas les contó sobre sus miedos y su timidez.
—Yo solía ser una diosa —dijo Venus—, pero elegí esta vida para estar con quien amo. A veces, debemos enfrentar nuestros miedos para encontrar la verdadera felicidad.
Lobo asintió y Venus añadió:
—El valor no es la ausencia de miedo, sino la decisión de seguir adelante a pesar de él. Nosotros te ayudaremos a encontrar tu valor.
Durante los días siguientes, Venus y Lobo enseñaron a Lucas a ser valiente y a confiar en sí mismo. Le mostraron cómo correr libremente por el bosque, cómo aullar a la luna para expresar sus sentimientos y cómo defenderse si era necesario. Mientras tanto, los padres de Lucas lo buscaban desesperadamente, recorriendo la sierra y llamando su nombre sin descanso.
Lucas comenzó a sentir una fuerza interior que nunca antes había conocido. Su timidez fue desapareciendo, reemplazada por una nueva confianza. Sin embargo, Venus le recordó una cosa importante:
—Nuestro encuentro debe permanecer en secreto. No puedes contarle a nadie sobre nosotros. Yo tengo el poder de comunicarme con los humanos, pero nadie debe saberlo. Si nuestro secreto se revela, podríamos tener muchos problemas.
Lucas lo prometió y, con el corazón lleno de gratitud, volvió a su hogar. Sus padres lo recibieron con lágrimas de alegría y lo abrazaron fuertemente. Le preguntaron dónde había estado y qué le había sucedido, pero Lucas, para proteger su promesa, tuvo que mentir.
—No me acuerdo de nada —dijo Lucas—. Todo es un gran vacío en mi mente.
Sus padres, aunque preocupados por esa respuesta, se sintieron aliviados de tenerlo a salvo en casa. Lucas fue un niño diferente: valiente, seguro y lleno de vida. Encontró la manera de hacer amigos y superar su timidez, recordando siempre los consejos de Venus y Lobo.
Sin embargo, una noche, cuando Lucas estaba a punto de dormirse, escuchó un susurro en su habitación. Se giró y vio a Venus en la sombra de la ventana, con su mirada penetrante y sabia.
—Recuerda, Lucas —dijo Venus con una voz que parecía venir de otro mundo—, nuestro secreto es sagrado. Si alguna vez rompes tu promesa, los poderes que me permitieron ayudarte desaparecerán, y nadie podrá salvarse de los peligros que acechan en la oscuridad.
Lucas sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero asintió con determinación. Sabía que debía proteger el secreto a toda costa. Venus desapareció en la noche, dejando una brisa fría que llenó la habitación.
A partir de entonces, Lucas guardó el secreto con aún más fervor. Sabía que el poder de Venus, la diosa convertida en loba, era real y que su promesa debía mantenerse. Y así, en la Sierra de la Culebra, los ecos de los aullidos de Venus y Lobo recordaban a todos que el amor y el valor siempre van de la mano, y que algunos secretos deben mantenerse para proteger a quienes amamos.
Si algún día te encuentras perdido en la inmensidad del bosque, quizás te encuentres con Venus. Y si tienes la suerte de conocerla, recuerda guardar su secreto y llevar su sabiduría en tu corazón para siempre.
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